CUPI 2024

El fútbol no es racional. El vino tampoco.

Es cierto que en los aledaños de los estadios se suelen juntar, por un porcentaje matemático, mentes poco lúcidas. A decir verdad: hay mucho malito.

Estigmatizado y etiquetado, el balompié se presenta como un deporte de brutos, mediocres y peones analfabetos. Y es cierto, hay masa. Y no hay nada de malo en ello. Con la excusa de pegar patadas a un balón se juntan personas que llevan años sin verse y probablemente esta sea la última vez que lo hagan. Su nivel de estudios reglados ya no avala su humanidad y, por chocante que parezca, tampoco garantiza su cartera.

Buscar racionalidad en disfrutar del frío o de un bocata de chorizo mal construido en un húmedo vestuario es lo único que es de bestias; buscar racionalidad a darle volteretas a una copa para sacar matices es de malitos.

Un año más, vence la verdad.