Ponte en la piel de la primera persona que le dio por bucear, coger una gamba y comérsela haciendo que miles de años después marujas de barrio hiciesen cola para comprar un puñado de ellas.
En la piel de quien hizo posible que una lámpara se iluminase como si fuese magia e hizo posible que tu puedas estar leyendo todas estas sandeces.
Estás visualizando algo que nadie puede ver, solamente tú. Es frustrante sentir que nadie de tu alrededor confía en ti. Que nadie ve lo que tú ves. La locura y la obsesión están a dos grados de distancia.
Ponte en la piel de un tipo que está en su majuelo cavando con la azada como si no hubiese mañana, como si fuese algún tipo de castigo impuesto en un gulag y que empieza a pensar que puede poner de moda que la gente beba vino.
Recuerda, hay gente que le gusta que le echen cera hirviendo por el pecho. Nada es imposible.