Milhouse

Iñigo Errejón no es tan diferente a un currito de ETT que está en bodega levantando mangueras en vendimias. La única diferencia es que él nos ha hecho creer que fundirse una beca en la máquina de cafés de la facultad tiene más valor que hacerlo con quintos de cerveza a la hora del almuerzo en el bar del polígono. Un niñato más, como lo somos nosotros, que aburrido de cambiar el mundo - no ha cambiado una mierda, solamente ha engordado su cuenta bancaria - daba rienda suelta a sus filias sexuales con un montón de chavalas inocentes que se creen las bondades que predican los dogmas.


Las conversaciones de Whatsapp del gafas bolivariano son un calco de las guarradas que sueltan entre descube y descube los montones de hombres treintañeros que elaboran nuestros vinos. Al menos, estos últimos, son honestos con sus intenciones y no esconden sus vicios. Muchas lecciones de ellos, entre otras cosas: lo barato sale caro. Este caso, es un ejemplo más del mierdolo que nos están colando con los títulos nobiliarios los políticos cutres que tenemos en este país. Estos políticos no han caído del cielo, los hemos criado nosotros, somos nosotros.

Mucho ánimo a Van Houten para los próximos días, serán los peores; luego, se olvidará como pasa con todo en este país.