Desde bien temprano se pueden ver sobre el asfalto de ciudad currelas a toda prisa en patinetes eléctricos cagando leches para incorporarse a sus jaulas laborales.
Los participantes de la Obra Social La Lagareta hacen lo propio tiempo antes de arrancar su masterclass de majuelo, frío y tragos de vino. Las lecciones teóricas se acompañan con altas dosis de cruda práctica en un paisaje que vuelve loco al más cuerdo.
El lector puede pensar que las conversaciones son sesudos análisis sobre la creación del universo pero éstas son las que menos. Fracasos vitales, hastío, problemas conyugales o simple decepción con las expectativas son el hilo conductor medio.
A la intemperie, gran parte de ellos vuelven a ver el sentido a su vida. Como si fuera una terapia de choque, los unos con los otros, se miran a los ojos y se ven a si mismos.
Sensaciones propias de grises postales soviéticas, mundos alternativos, nuestra realidad.