Bien tirado

La clásica imagen del escritor hecho polvo por los excesos me atola. Cuello vuelto, pelo desordenado como el cuarto de un Erasmus y pitillo desafiante. El noble arte de fumar. Yo personalmente no lo hago. Antaño los fines de semana un par de caladas tosiendo para dármelas de subnormal interesante y poco más. A mí no me gusta pero defiendo al que lo hace y lo hace bien, por dos razones: porque es su vida - o su muerte - y porque da gloria verle agarrar el cigarro.

Es que es poesía ver lo bien que lo hacen algunos y sobre todo como lo hace la gente auténtica. Gente que con cada chupada te dicen tantas cosas sin apenas mover un nervio. Tutorial sencillito: se agarra el cigarro con el pulgar y el dedo índice a media asta, se mira al infinito, se achinan los ojos, se piensa la ejecución y soplada tan larga como. Campeón, enhorabuena porque lo has hecho de muerte y si alguien no te lo ha dicho me gustaría felicitarte y dejar registrado mi reconocimiento. Poder vérselo hacer a alguien me emociona casi tanto como recibir un bizum.

La vestimenta es indiferente. Les hay guapos o feos; simpáticos que te saludan al verte; secos que se declaran con un simple "venga"; amantes de la buena siesta o partidarios de paseo largo y tendido. El caso es que como en las castas de las uvas, hay variedad. Por lo que sea, el currela que madruga y tiene su hábitat común en un trabajo de ocho horas y las que le quieran encasquetar cumple con los requisitos para desarrollar estas habilidades sociales.

Aquí, se ven con bastante frecuencia tras haber terminado de podar, aclarear o desnietar en la puerta del bar con un cubalibre fresco agarrado con firmeza - no vaya a ser que se escurra - con el culo en el sofá de una peña o a la puerta de la bodega. Trabajando o en estado ocioso, pero lo hacen y se tiene que reconocer su labor. Son buenos y ellos lo saben.

Aunque no lo sepan, nos enseñan con ese simple gesto un montón porque hagas lo que hagas, intenta hacerlo lo mejor posible ya sea hacer vino, descargar una caja, un libro mayor o pelar una manzana . Que disfruten y sigan poniendo empeño en todo lo que hagan y si, ojalá, algún día deciden dejarlo, no hay que mentir, nos harán igual o más felices. Pero si no quieren, que por lo menos sigan disfrutando los placeres del condenado.

 

Pablo Nieto