Fuimos a por los canapés y los vinos. Pero no había canapés. Sí jamón cortado al milímetro, lomo que quitaba el hipo y un surtido de quesos que daba gusto.
De vez en cuando toca medrar y se hizo lo mejor que pudo. Fueron dados los premios del campo, organizados por un diario local de cierta trascendencia y peso histórico a nivel regional. En en esta casa cayó un galardón: el premio "juventud" a un tío que tiene treinta palos y ya clarea algo. Tela. Un retrato del sector y de la región. Somos pocos y cada vez más mayores. Con estos bueyes toca labrar aunque hay chispas, conatos y brotes frescos que nacen salvajes en edificios necesitados de una buena mano de pintura por desgaste o abandono.
Bailar en estos salones con instituciones políticas y demás agentes no es cómodo si no se está acostumbrado a ello. Estrenar zapatos es lo que tiene. Hay escepticismo, fobias y miedo a las etiquetas cuando se parte desde una visión pesimista fruto de ver piedras a las piedras del camino como inútiles en vez de como posibles muros de contención. Se pisa con paso ligero, precaución y tiento.
Midiendo las palabras sobre la tarima, se puede llegar a pensar en la sarta de gestos que se podrían abanderar para buscar el titular insolente aunque profundizando en la idea se llega a un callejón sin salida donde solamente son eso: gestos. El pensamiento hondo lleva a garitos en los que no nos gusta entrar por como escuece odiarse al verse ahí. El refrán "nunca digas de este agua no beberé" existe por algo. El resumen de todo esto, con una mirada objetiva e inocente, es que son saraos bien organizados donde si hay voluntad, se tiende la mano, se brinda y hasta te acabas morreando. Con el paso del tiempo valoraremos dónde se estaba mejor: si en la bodega a oscuras o en el salón bajo las lámparas.