Fronteras

Llevamos unos diez días formando una espaldera en Melgar de Abajo. En la frontera del infinito. Esta serie de trabajos son el día a día que nos da de comer y tímidamente nos ayuda a financiar los vinos que sacamos al mercado. Estos trabajos comprenden un todo de lo que nadie quiere durante el año en la viña: podar, limpiar maleza, clavar postes, desnietar.

A los dolores en el cuerpo cosechados por el trabajo hay que sumar los de cabeza por la frustración. Celebramos cuando sale un montaje de espaldera porque se paga algo más. Hay un punto de técnica y conocimiento que no todos tienen. Además del respectivo precio competitivo que llevamos de fábrica por los materiales. No podemos competir con los 8 euros por hora que cobran en negro las cuadrillas de la zona en otros trabajos como la poda. Para que lo entiendas, lector: la mejor tarea es la poda en seco - invierno - ya que tienes bastante margen de actuación además de que no es la más dura. El tema está en que los propietarios se reparten los trabajos con aquellas cuadrillas que puedan luego sacarle la tarea en los meses críticos y no dejarles tirados: poda en verde y vendimias. 

Ahora tenemos por delante unos meses de curro donde luchamos por un mejor jornal pero donde la realidad nos espetará que tenemos que aceptar ciertos precios que nos permitan pagar la multa de Hacienda que nos pasan en formato cuota de autónomos y el precio del combustible. Sin olvidar cualquier avería que podamos tener, así como el mantenimiento de herramientas.

 

Puede que nos estemos equivocando en el enfoque. Lo mismo tenemos que mandarlo a la mierda y buscar otra forma para darle salida a las uvas pero de momento seguiremos en la frontera del infinito.