La añada de pasar frío en invierno y asarse en verano; la de tragar clarete a plomo y vaciar carrales en San Tirito; la añada en la que despedimos a seres queridos e incorporamos a otros tantos. Conocimos el infinito corazón soriano, la grandeza abulense, la utopía de los madrileños huidos, la garra segoviana y la franqueza eslava.
Hemos cocido mostos y nos hemos cocido. Compartido plato, mesa y abrazo. También hemos chivado algo que no está de más. Todo esto nos parecen suficientes motivos para seguir brindando, soñando y sobre todo bregando por seguir vivos.
De aquí no se baja ni Dios.
Feliz año nuevo