Camino al popular barrio vallisoletano que año a año celebra la "Cabalgata Sin Camellos" - en vísperas del día de reyes - tenderos y jóvenes festejaban el pase a semifinales de la nación alérgica al surtido de ibéricos ataviados con banderas coloradas y bellotas en los bolsillos.
Tras ello, saltaban al campo siete artesanos - no había más - del balompié mediocre y técnicas lamentables para entablar conversación con fines reproductivos con el sexo opuesto. Una primera parte muy seria (¡sorpresa!) dejaba las tablas en el marcador que fueron astillandose con el paso de los minutos. Los goles cayeron como novata en tacones infames en escaleras de discoteca.
Resultado abultado, contundente y aciago para los intereses del equipo del garrafón en el pecho. Mañana será otro día, volverá a salir el sol y aceptaremos un poco más la alopecia que nos invade. A disfrutar que aún nos podemos juntar porque habrá un día que estas crónicas se extinguirán . A seguir bregando. Forza La Lagareta.