Imagínate que tus padres te ponen de nombre, no sé, José Enrique. Creces en un ambiente sano, clase mediero y calzas buena planta. Eres tan buenazo que la mayoría de chicas te cotejan en el espacio social apodado como "friendzone". No sueñas con Marbella, quilates y botellas de champagne.
Eres feliz con un trabajo de lunes a viernes en las estación de trenes de Palencia, sin mayor dolor de cabeza que aguantar a un supervisor cansado de la vida. De repente, una noche, empiezas a encadenar miradas lascivas de una buena cuadrilla de muchachas cansadas de chicos malos que escuchan The Kooks y portan pulseras de cuero en muñecas de hombre blandengue. De la noche a la mañana ha llegado tu momento. Algo así nos ha pasado hoy. Parecía que la vida sólo nos daba negativas pero no. Ha llegado nuestro momento.